El asedio a la familia por la ideología de género

Por José Durand Mendioroz

Por José Durand Mendioroz

Sumario
I. Introducción
II. La corrupción de la ciencia por la ideología
III. ¿Cambiar de verdad las inequidades o hacer “como que” cambiamos la naturaleza?
IV. La enseñanza que dejó el debate por el aborto. El sentido del diálogo.
V. Lo que deja esta experiencia para el debate por la ideología de género: “es sobre [el] terreno de la realidad donde es necesario batirse”
VI. ¿Aceptación o rechazo de hablar sobre estudios con “perspectiva de género”?
VII. Aplicación de lo expuesto a dos situaciones relacionadas con la ESI.
VIII. Más que “conclusiones”, una apelación al compromiso.
Apéndice. Breve digresión sobre el razonamiento judicial.
I. Introducción

Puede afirmarse con bastante certeza que en nuestro tiempo el peor ataque a la familia proviene dela ideología de género la cual, por obra de minorías enquistadas en el poder, ha “tomado”el sistema inmunológico de nuestras sociedades, confundiéndolo, y buscando imposibilitar la percepción de las verdades morales básicas que ordenan la vida en comunidad, al mismo tiempo que procura acallar la respuesta saludable del sentido común.

Cualquier conato de racionalidad al respecto será ignorado, o tapado mediante la superposición de decenas de voces, o bien sometido al escrache mediático, siempre quedando de reserva para los casos “especiales” el recurso a la represión estatal mediante la intervención del INADI y la aplicación de leyes represivas.

Esta concepción ideológica viene siendo instrumentada mediante políticas públicas, junto a una sostenida acción paraestatal originada en usinas globales,que llegan a todos los hogares a través de los medios de información y de entretenimiento. Con respecto al sector público, en un rápido examen orientado más a proporcionar ejemplos antes que a una descripción, puede verse cómo en el Congreso se aprueban en forma sorpresiva y sin debate una cantidad de leyes[1] que introducen principios jurídicos que van a terminar completando el círculo opresivo de la ideología de género.

En la Administración, en tanto, se advierten múltiples iniciativas que gozan de un generoso presupuesto [2] para la implementación de políticas de género, entre ellos la ilegal “interrupción legal” del embarazo. Mientras tanto,se demoran dramáticamente los turnos para las cirugías más comunes y brillan por su ausencia los fármacos más indispensables.

Para la contracepción y el aborto, la gente de menores recursos vive en el Primer Mundo, en tanto que para las cuestiones más elementales de la salud, padece en el sector más empobrecido del Tercero[3].

Pero sin duda el mayor ataque a la familia, por lo directo, contundente y sistemático es el de la educación sexual ideologizada que se imparte con alcance obligatorio a todos los alumnos de preescolar, primaria y secundaria de nuestro país. Por tal motivo se hará referencia puntual a esta cuestión.

Esta somera enunciación puede ser motivo de desaliento, pero desde ya, no es la intención de estas líneas; por el contrario, partiendo de una realidad que es francamente difícil, quisiera aportar algunas ideas para una estrategia de solución de los problemas, en orden al logro de la finalidad de toda acción política, que es la vigencia del bien común.

Es necesario acotar –finalizando esta introducción - que este proceso político-social ha tenido continuidad a través de gobiernos de distinto signo en las dos últimas décadas. La administración actual lo continuó justo donde lo dejó la anterior, y la próxima –cualquiera fuere su signo- lo seguirá en el punto donde la actual llegue. Es lícito pensar al respecto una convergencia sobre el modelo de sociedad al que apuntan, por encima de otro tipo de diferencias que se manifiestan en la superficie.

II. La corrupción de la ciencia por la ideología.

Ante la previsible réplica de que “no existe la ideología de género”, y que este concepto ha sido acuñado por “el hétero-patriarcado inspirado en el fundamentalismo religioso” conviene dejar sentado de entrada que la esencia de toda ideología totalitaria es su carácter anti-científico y cerrado a la crítica racional, siendo en consecuencia nuestra tarea el demostrarlo y el comunicarlo a la gente en un idioma comprensible, que son los pasos previos e indispensables para su desarticulación.

Para esto tengamos presente la relación entre ciencia e ideología, o mejor dicho, la tergiversación de la ciencia por parte de la ideología. “La ciencia moderna obtiene la certeza y la hace reconocer a todo espíritu razonable, pero sólo dentro del campo estrechamente limitado en que es capaz de operar con rigor. La ideología demanda de la ciencia que garantice su sistema, haciéndola salir del terreno en que ella está cierta y, por lo mismo allí donde es científica. Por eso entraña una corrupción de la ciencia.[4](…) Ahora bien, cuando a esa ciencia se la saca de la órbita de su orden, de su campo de aplicación, de sus condiciones de validez, es una apariencia de ciencia, una caricatura de ciencia, y en definitiva una pura charlatanería.”[5] Más claro imposible.

En extrema síntesis, lo esencial de la ideología de género consiste en sostener que la diferencia entre los sexos es la causa de la opresión de la humanidad, y que ello obedece a la cultura patriarcal que habría construido mediante el rigor de la fuerza una “civilización de la hétero sexualidad regida por el varón”; con fundamento en aquella diferencia (en definitiva el dimorfismo sexual) que los cultores del gender consideran “irrelevante”.

Por ello, la liberación de este problema que tanto pesa a la humanidad (es decir, la especie de redención que esta corriente propugna) es la eliminación de la diferencia sexual en la convivencia social (lo que se ha de manifestar en las leyes y las costumbres) y en la optabilidad ilimitada[6], por parte de cada individuo, sobre su identidad sexual y su orientación sexual. Identidad y orientación que son llamadas confusamente “género”, cuando en realidad son aspectos diversos,cuya diferenciación conceptual es necesaria. Por tal motivo, la civilización del sexo binario y de la hétero sexualidad puede y debe ser “deconstruida” y en su reemplazo debe construirse otra, donde aquellos aspectos carezcan de real importancia y entonces nos encontraríamos conque en la nueva cultura,el sexo es “no binario” y la gente normalmente optaría por la parafernalia de los 112 “géneros” que reconoce la ONU.

Si se reflexiona un momento, el postulado anterior no resiste un primer análisis. El dimorfismo sexual (sexo binario) ni es irrelevante, ni es una imposición de la cultura patriarcal, sino un dato de la naturaleza[7] originado por la genética, a partir del cual se puede gestar la cultura como acción libre del hombre. Del mismo modo;podría afirmarse que la capacidad de razonar del ser humano es natural, a partir de la cual se da el ejercicio de la racionalidad, lo que tiene su impacto en la elaboración de la cultura, por supuesto.

No tener en cuenta el sexo biológico significa, por ejemplo, ignorar el cuerpo sexuado femenino como realidad, contradiciendo así la misma razón de ser de la lucha secular por los derechos de la mujer. Si “ser mujer” se reduce a una mera “autopercepción” y su consiguiente registración -sin que el cuerpo importe- se está traicionando la lucha de generaciones de mujeres y varones de buena voluntad contra una serie de injusticias que prácticamente no reconocen otro motivo que el de tener… un cuerpo sexuado femenino; el que, entre muchas otras cosas, requiere cuidados médicos específicos, una protección preferente por su debilidad relativa (la violencia de género se manifiesta en forma casi absoluta contra mujeres… con cuerpo biológico femenino), normas específicas en el ámbito laboral y de la seguridad social; y en suma, la compensación equitativa de la evidente asimetría respecto del varón en lo que se refiere a la función reproductiva.

¿Podríamos acaso –por una cuestión de no quedar oprimidos por la tiranía de la razón- “deconstruir la racionalidad” y luego construir una civilización completamente irracional? ¿Podríamos deconstruir también la cultura gravitacional? Me refiero con ello a la civilización opresora que se basa en la abyecta obediencia al principio de la gravedad, que tanto ha limitado a la humanidad… Desconocer la significación del dimorfismo sexual es un mero recurso mental y los cultores del gender deberían explicarnos cómo un simple recurso mental puede modificar un ápice la realidad.

Se ignora así la realidad de nuestra naturaleza biológica que con terquedad, ha establecido desde que existe el homo sapiens, el dato irrefutable del dimorfismo sexual. Es decir, la especie humana se reproduce sexuadamente y todos y cada uno de sus individuos son mujer o varón, en cada una de sus células y desde su etapa embrionaria, lo cual es absolutamente inmodificable. El desconocimiento arbitrario de este dato de la realidad y sus inferencias, pues, no sólo no es científico, sino que ingresa de pleno derecho en el ámbito de la charlatanería.

Pero podemos sacar una inferencia más, igualmente negativa. La tradición del pensamiento realista (aristotélico tomista) acuñó el término de “derechos naturales”, aludiendo a conductas objetivas que son debidas a un “otro” en justicia, en razón de su adecuación objetiva a direcciones o inclinaciones que son dadas por naturaleza.

Siguiendo con los tres ejemplos dados con anterioridad: los datos naturales de la sexualidad, de la racionalidad y de la materialidad humanas (por la cual estamos sujetos a la gravedad), podemos advertir que estas realidades naturales originan el deber de ciertas conductas como debidas en justicia, en dependencia del primer principio del orden práctico jurídico que se expresa como que “lo justo ha de hacerse y lo injusto evitarse.” Por ello vemos como “justo natural” (y plenamente exigible) que se posibilite a todo ser humano el desarrollo de su racionalidad, que no se nos obligue a bajar de una torre tirándonos desde la azotea (ya que por efecto de la gravedad nos vamos a hacer añicos), así como que se reconozca el efecto principal de la sexualidad natural humana que es la formación de una familia que implica de suyo el respeto por -parte de la sociedad- de esa voluntad fundacional, que se extiende al deber –y al mismo tiempo- derecho de cuidar y educar a los hijos. Pero son justamente aquellos derechos naturales los que la ideología de género niega, porque cree que la naturaleza es algo esencialmente manipulable.

Esto afecta a la familia en forma directa. Juan Pablo II sostuvo que “los problemas relacionados con la transmisión de la vida y su posterior desarrollo no se pueden analizar adecuadamente prescindiendo del bien de la familia: la comunión de personas que se establece en el matrimonio de un hombre y una mujer, y que —como afirma la Declaración de los derechos humanos— es «la célula natural y fundamental de la sociedad» (art. 16, 3).La familia es una institución fundada en la misma naturaleza de la persona humana, y es el ámbito adecuado para la concepción, el nacimiento y la educación de los hijos[8].

Por otra parte, y entendiendo que las diferencias entre los sexos no van a desaparecer porque están en la naturaleza, respecto de la insólita idea “salvífica” del gender ¿en base a qué razones sostiene que la desaparición de las diferencias sexuales va a producir la felicidad de la humanidad? Esto trataremos de develar en el siguiente punto.

III. ¿Cambiar de verdad las inequidades o hacer “como que cambiamos” la naturaleza?

Es verdad que nuestra civilización muestra antecedentes de postergación sistemática de las mujeres, reconocidos y denunciados por toda persona de buena voluntad y, ciertamente, por la Santa Sede. En el orden de las leyes, por ejemplo, la mujer vivía hasta hace no mucho en una minoría de edad perpetua, carecía de derechos políticos[9], etc. Con lo cual lo que había que hacer y se hizo –y esto es tan histórico como lo anterior- es modificar esas condiciones objetivas de desigualdad social.

La Historia e incluso la Prehistoria nos demuestran que no hubo civilización alguna que no reconociera la diferencia del ser mujer y varón. Y que no siempre se impuso el modelo de subordinación patriarcal. Por ejemplo, se le atribuye al genio de la mujer el haber descubierto la agricultura, produciendo así la mayor revolución técnica de la humanidad (conocida como la revolución del Neolítico). La mujer fue la primera agricultora y ello posibilitó el aumento de la población (muy limitada hasta entonces por el hambre) y los asentamientos permanentes.

La mujer fue (y lo siguió siendo a lo largo de la historia) la gran proveedora y civilizadora y tuvo en aquel entonces un generalizado reconocimiento social, que se ponía de manifiesto en sistemas de parentesco matrilineal (en términos simples, el apellido lo daba la madre), en la matrilocación, en el culto de las “diosas madres”, en el ejercicio del sacerdocio, etc. “La mujer y la sacralidad femenina pasan a primer plano. Teniendo en cuenta que las mujeres desempeñaron un cometido decisivo en la domesticación de las plantas, se convierten en propietarias de los campos cultivados, con lo que su posición social se refuerza y se crean unas instituciones características, como, por ejemplo, la matrilocación, por la que el marido queda obligado a vivir en la casa de la esposa.(…) La fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer se solidarizan, en consecuencia las mujeres se convierten en responsables de la abundancia de las cosechas, pues ellas son las que conocen el “misterio” de la creación,” [10]

Personalmente creo que la mujer podría cobrar royaltiesa perpetuidad por el descubrimiento de la agricultura, y aun así deberíamos mantener las galanterías que prescriben las viejas buenas costumbres, porque esos detalles hacia la mujer no nacen desde la condescendencia de una (mal supuesta) superioridad masculina, sino de la excelencia de sus destinatarias.
Parece necesario acotar que la “liberación” que propugnan los partidarios de la ideología del gender se reduce a la fantasiosa liberación de las reales diferencias sexuales[11], sin que se denoten críticas de fondo contra las estructuras injustas del poder global (que funge de patrocinante político y económico de aquellos). Se trata en definitiva de una liberación direccionada desde el poder dominado por la ideología tecnocrática y antinatalista, que instaura de este modo un totalitarismo sutil y por eso mismo, muy eficaz. Nada hay de heroico, ni de gesta, en los grupos progresistas, feministas y trans: sólo el triste papel de ser usados.

La realidad histórica nos muestra que es posible -sin negar el dato del dimorfismo sexual-gestar una sociedad equitativa donde varones y mujeres sean reconocidos iguales en dignidad y derechos. La Antropología Filosófica en tanto, nos indica que las diferencias sexuales, que se proyectan a lo psicológico, no sólo no son malas en sí mismas, sino que –por el contrario- tienen la potencialidad de enriquecer las relaciones interpersonales, ya que varones y mujeres son recíprocos y complementarios. Lo bio-diferencial y los psico diferencial es una fuente inestimable de fecundidad en todas las áreas donde interactúan los seres humanos. No hay ninguna estructura social, grande o pequeña, que no se beneficie y enriquezca con el aporte conjunto de mujeres y varones. Por el contrario, la ignorancia forzada de lo diferencial, va a llevar resultados absurdos, contrarios al bien común y a la felicidad de las personas.

IV. La enseñanza que dejó el debate por el aborto. El sentido del diálogo.

La experiencia es el principio de toda ciencia, puesto que nada hay en el intelecto que no haya pasado por los sentidos. Recurramos pues a la experiencia del debate de 2018 por el aborto. Suele ocurrir que respecto de ciertos temas importantes, existan dos sectores antagónicos irreductibles, cuyas propuestas son radicalmente contrarias. Suele haber en tales situaciones una mayoritaria franja intermedia, algunos sin opinión formada, y otros con opiniones más o menos cercanas a los contendientes principales, pero sin una adhesión plena a ninguna. Eso pasó con el debate acerca del proyecto de aborto a libre demanda que se dio en 2018 en la Argentina. En este los contendientes no dirigieron sus argumentos a convencer a sus adversarios, sino a “ganar” a los indecisos. En realidad el debate fue la oportunidad de llegar y “dialogar” –en forma indirecta- con los indecisos; es decir, interesarlos y proponerles argumentos razonables, aceptables, para que apoyaran una postura.

En tanto que el sector partidario del aborto se limitó a repetir argumentos previsibles (estadísticas sesgadas, igualdad de acceso para los pobres, ampliación de derechos, etc., con mucho contenido descalificatorio) sus contendientes pro vida, además de tener respuestas adecuadas a aquellos argumentos previsibles, aportaron elementos novedosos, “se salieron del libreto” que los abortistas esperaban. En primer lugar, no fue un tema central anatematizar a la mujer que abortó, entendiendo que el hecho en sí es de modo tan evidente y objetivamente injusto, que la madre que lo hizo -en el momento en que puede tener conciencia de ello- padece un dolor inenarrable. También se avanzó en la comprensión de condicionantes psicológicos que inducen a las mujeres en situación de vulnerabilidad a procurar un aborto, de lo que en definitiva se dan cuenta -demasiado tarde- que fue esto agravó el problema[12].

También se levantó la bandera de “salvar las dos vidas” mediante un plan de apoyo integral que removiera mucha de las causas que llevan a presionar la decisión de las madres en crisis. Quedó establecido asimismo que no son “los pobres” los que tienen un interés prioritario en el aborto y, además se denunció la incoherencia política de la izquierda progresista por ejecutar los dictados del capitalismo global interesado en la reducción de la población en el planeta.

Puede verse en este tipo de argumentación una apertura a la realidad, un compromiso personal con los problemas de la gente, y el abandono de la incontaminación del teórico desde la cómoda posición de hablar encerrado en un gabinete. Es así que progresivamente se fue involucrando en el debate cada vez más gente, y una mayoría estadísticamente comprobada terminó aceptando los argumentosa favor de las dos vidas, de lo cual los políticos tomaron debida nota y –aunque el establishment en su gran mayoría apoyaba el aborto- la ley no fue aprobada por el Congreso.

El análisis crítico de los argumentos pro aborto y la generación de propuestas alternativas en un idioma entendible, en definitiva, el “dia-logos”, fueron eficaces ante una mayoría que antes del debate ni estaba interesada ni tenía una opinión formada en la materia. No obstante el extremadamente desigual acceso a los medios, el tratamiento parlamentario fue la ocasión de ganar la opinión pública y “mover el amperímetro” de los políticos. Fue en el debate social donde se impuso el rechazo del aborto. Lo cierto es que, con el compromiso del diálogo y con los buenos argumentos de los “defensores de las dos vidas”, se pudo convencer en buena ley a una mayoría de dudosos. Lo que prueba que se puede dialogar, sin ingenuidad ni claudicación, y con eficacia, claro que para eso… hay que estar bien preparado.

Lamentablemente, esta historia no termina bien, como es sabido, porque el establishment, mediante decretos, terminó en la praxis instaurando el aborto mediante la generalización de los “protocolos de aborto no punible”, a la saga del fallo FAL que inauguró la posibilidad del desconocimiento de un derecho de jerarquía constitucional y de naturaleza absoluta, como es el derecho a la vida del inocente, convirtiendo una excusa absolutoria (del aborto en caso de violación) en una obligación del Estado ante la simple afirmación de la madre en tal sentido. Todavía no se ha evaluado cabalmente el daño que esta conducta ha causado en el orden de la convivencia.

V. Lo que deja esta experiencia para el debate por la ideología de género: “es sobre [el] terreno de la realidad donde es necesario batirse”.

Conviene tener presente una distinción; a diferencia del aborto, que es algo específico, la ideología de género es algo genérico, valga la redundancia[13]. Esta “generalidad” del gender entonces puede presentarse y parecer como algo abstracto, lo que no facilita el interés de las mayorías. En segundo lugar, los propulsores de las políticas de género dicen no sostener ninguna “ideología de género”, considerando que la propia expresión es un invento oscurantista, una maniobra del “hétero patriarcado fundamentalista religioso” tendiente a “desconocer una cantidad enorme de derechos humanos”. Por si alguna duda quedare, con relación a la Educación Sexual, refuerzan el argumento: “no tiene nada que ver con la ideología de género (si es que esta existiese)”. Lo que permite anticipar que ellos difícilmente acepten un debate sobre “ideología de género”, más allá de que un debate de carácter tan teórico no va a despertar demasiado interés en el público. Menos aun cuando ocupan una posición predominante en los mecanismos de poder de la sociedad, dato este que no debe olvidarse jamás.

El mencionado carácter abstracto puede ser superado focalizando la crítica en cuestiones concretas de interés directo de la gente. Por ejemplo lo concerniente a la ESI, o algunas políticas bastante absurdas relacionadas con la identidad de género. Como es de prever, los ideólogos sostendrán que en base a los llamados “estudios de género” o buscando en las ciencias sociales una “perspectiva de género” van a superarse las “desigualdades estructurales”, ya sea en ocasión de la educación pública, de extender la licencia por maternidad a una persona “no gestante”, etc. Frente a cuestiones concretas se presentan ante la opinión pública como “promotores de derechos”[14], atribuyéndoles a sus contrincantes el nada simpático papel antagónico, de “negadores de derechos”[15].

“Es sobre [el] terreno de la realidad donde es necesario batirse”,afirma Besançonen su obra ya citada. Esto nos obliga a tener en claro la teoría general acerca del género y al mismo tiempo tener un dominio particular en cada ámbito concreto en que esta se discute. Lo que implica la necesidad de una cierta coordinación entre “generalistas” y “especialistas”. Aquellos tendrían a su cargo la detección de todas las manifestaciones sociales donde se denote la influencia del gender y estos, llevar al terreno de la realidad el debate.

En la demostración del absurdo de las soluciones sostenidas por el gender y la capacidad de una propuesta alternativa razonable por nuestra parte, en forma accesible al común de los mortales,radica toda posibilidad de éxito. Para poder lograr de nuevo y en cada ocasión, el efecto “convicción de la mayoría e influencia positiva en los políticos”.

VI. ¿Aceptación o rechazo de hablar sobre estudios con “perspectiva de género”?

En el título anterior me fijé expresamente de no poner “aceptación” de la perspectiva de género como si esta constituyera un bloque. Pero en cambio sí veo conveniente la opción de “hablar críticamente” sobre los estudios de género,en particular los que se proponen como fundamento de una política determinada y en relación estricta a la cuestión concreta que se discute. No perdería ni un minuto en una crítica general y en bloque a los “estudios con perspectiva de género” (a menos que se trate de un ámbito académico) porque hay poco que ganar y mucho que perder, tras la asignación del mote de intolerancia. Pero sí “metería los pies en el barro” analizando y criticando cada trabajo en particular con perspectiva de género y en relación a un problema concreto que se discute.
Ello implicaría el ejercicio de la crítica racional para determinar su cientificidad o la falta de ella, y sacar a la luz, si la hubiere, su matriz ideológica. Porque huelga decirlo, los numerosos estudios con perspectiva de género, tienen un valor dispar y valen tanto cuanto de científicos tuvieren. Algunos son ideológicamente indiferentes (como la constatación de que en dos aldeas de Nueva Guinea separadas por pocos quilómetros, en una van a buscar el agua al rio los varones y en la otra las mujeres). Otros pueden hacer una aportación interesante, como por ejemplo, por qué en el sufragio “universal” de 1912 las mujeres se quedaron “fuera del universo”, etc.

No obstante, cabe acotar que difícilmente un estudio que avale la ESI vigente en nuestro país esté exento de una intencionalidad ideológica, ya que como es público y notorio, está inspirado en las usinas de la Fundación Huésped. Aun así, hay que encarar el supuesto fundamento de género de sus propuestas, y contestarlo, tal como se muestran en los dos ejemplos relacionados con la ESI que se dan en el siguiente capítulo.

Cabe reconocer que existe una posición entre algunas personas versadas y bien intencionadas, con relación a no aceptar la distinción entre ideología y perspectiva de género, porque el hacerlo–a su criterio- equivaldría a aceptar el regalo del caballo de Troya, lo que sería ingenuo; que la propia palabra género tiene el pecado original de la ideología homónima, y que en definitiva, habría que rechazar de plano aceptar aquella distinción. Con todo respeto, considero que es un error [16] negar una categoría científica aceptada por la comunidad internacional,ya que ello tiene el efecto de aislarnos, de hacer que se nos desestime como interlocutores y que se nos deja “fuera del diálogo” frente a una sociedad que necesita imperiosamente oír las verdades científicas, filosóficas, y las enseñanzas del sentido común de nuestra parte[17].

Aceptar el distingo entre ideología y perspectiva, no equivale a convalidar en masa todas las producciones bajo el rótulo de dicha perspectiva, visión, o teoría. Significa sencillamente no perder el tiempo en debatir generalidades que a pocos le interesan y en cambio, como ya se dijo, ejercer una implacable crítica racional del estudio de género en concreto que se esgrima.
Conviene preguntarnos si acaso nuestra posición es tan dominante, tan sólida, como para que alcance con la simple negativa al diálogo para dejar sin efecto “tímidas tentativas de imponer políticas de gender” en los diversos ámbitos. Conviene preguntarse también si la inmensa mayoría del pueblo argentino está en pleno conocimiento de la puesta en marcha de un proyecto de desestructuración de la persona y de la sociedad, de tal modo que el debate y el diálogo sean innecesarios. A estas preguntas retóricas, la respuesta en ambos casos es negativa, obviamente. Estamos en una posición muy desventajosa, las políticas de género se han ido imponiendo desde el poder, casi sin resistencia, sin que la mayoría del pueblo se pueda dar cuenta de sus efectos nefastos escondidos detrás de una jerga que prometía cosas buenas, aunque usando palabras un poco difíciles.

Siguiendo con la metáfora de la estrategia de los aqueos “de hermosas grebas” ante la amurallada Troya, en nuestro caso el enemigo no nos está regalando un caballo para ingresar a “nuestra fortaleza inexpugnable”. No, el adversario controla la mayor parte de los recursos y manda en nuestra “fortaleza”. Somos nosotros los que tenemos que emprender la reconquista de la polis, y son nuestros adversarios quienes deberían temer el caballo de Troya del sentido común.

Entiendo entonces que hay que dialogardesde el sentido común y la ciencia, dirigiéndonos directa o indirectamente a las mayoríasin opinión formada,demostrando queni defendemos el modelo de subordinación, ni estamos de acuerdo con las “desigualdades de género”, si con esta expresión nos referimos al machismo, a la violencia doméstica, a la injusta discriminación (tal como que una mujer no pueda tener trabajo porque está embarazada o porque tiene muchos hijos), o situaciones por el estilo.

Pero también hay que dejar sentado que el modelo de subordinación no existe en este tiempo en nuestra sociedad, ni en el sistema legislativo, ni en las costumbres, salvo expresiones marginales que deben ser objeto de oportuna corrección. No solamente rige hoy la igualdad ante la ley (e inclusive la desigualdad a favor de la mujer, como en el cupo político femenino), sino que se procura la igualdad en el ejercicio de los derechos y del mismo modo, la superación de las desigualdades estructurales. Y eso, como es obvio, nada tiene que ver con el gen ideológico que establece que estas cuestiones se solucionan mediante el recurso mental de hacer como si no existieran las diferencias sexuales.

Las desigualdades estructurales se corrigen con políticas proporcionadas a los problemas reales; por ejemplo, concretar el tan incumplido mandato de la Constitución (Art 75 inciso 23) sancionando un régimen de protección especial e integral para el menor y la madre[18]; incentivar el empleo de mujeres encintas y establecer condiciones laborales compatibles con la crianza de los hijos; evitar que las personas desvalidas por cualquier motivo sufran violencia, etc. Los ejemplos anteriores y las propuestas, pues, corresponden a problemas reales y podríamos decir, también a situaciones estructurales.

Porque en este apego a la realidad y mediante la crítica racional se desvirtúa completamente en el planteo ideológico, como por ejemplo el absurdo de que un varón se autoperciba como mujer y por ese único motivo, sea tenido por tal a todos los efectos legales, incluyendo que ingrese en un equipo femenino de lucha libre y descerebre a su oponente… femenino. A este ritmo, todo equipo femenino de cualquier disciplina deportiva va a tener que luchar por un cupo… femenino. ¿Qué desigualdad estructural corrige la “autopercepción como mujer” de un varón biológico y que se pueda por ello jubilar cinco años antes o que participe en competiciones femeninas?

¿Qué reivindicación de los derechos de la mujer supone el caso de una pareja de lesbianas, una de las cuales tiene un hijo, pero las dos piden ¡y obtienen! la licencia de cinco meses por maternidad? ¿Es que acaso la gestación, el parto, el puerperio y la lactancia no tienen valor alguno como fundamento de la licencia por maternidad? Pues si no lo tienen, con el mismo argumento que las autoridades concedieron a las “dos mamás” la licencia, deberían otorgarles también cinco meses de “licencia por maternidad”… a los padres.

Es que se ha cruzado el umbral del ridículo, del cual es muy difícil volver. Estas verdaderas inequidades, como tantas otras, son solventadas con fondos públicos, en tanto los problemas acuciantes de nuestros hermanos de menores recursos, son postergados. Porque tales sinsentidos son puramente ideológicos, y en ellos hay que centrar la crítica, allí está su punto débil. Puede sostenerse con seguridad que todo lo ideológico se identifica con lo irracional; y por lo demás; es una realidad de que los cultores del gender no pueden dejar de sostener argumentos ideológicos porque se trata de la mismísima razón de ser y su la finalidad en la historia: que el sexo biológico no sirva como parámetro objetivo y pase a ser algo “líquido”. ¡Pero no porque se haya licuado en realidad sino porque “hacemos como que sí”!

VII. Aplicación de lo expuesto a dos situaciones relacionadas con la ESI.

Como se dijo, el golpe más tremendo y devastador contra la familia lo están recibiendo los niños y jóvenes mediante el proyecto único y obligatorio de “educación sexual” vigente en nuestro país, al cual se le agregó sesgadamente el calificativo de “integral”, desnaturalizando el sentido obvio de esta palabra. Mediante este proyecto las familias son simples espectadoras de la manera en que el Estado, como vector de la ideología de género, pretende cambiar los hábitos y los principios morales que normalmente las familias transmiten a sus propios hijos. A continuación vemos dos ejemplos reales del enmascaramiento supuestamente científico y jurídico en diversas situaciones, y de qué manera -aislando lo ideológico- se empieza a desenredar la madeja: 1) la campaña por la ESI en agosto de 2019 y el plan de trabajo en el aula con menores discapacitados; 2) Sobre el proyecto de reforma de la ley de Educación Nacional.

1)La campaña por la ESI en agosto de 2019 y el plan de trabajo en el aula con menores discapacitados.

En última semana de agosto de 2019, época de conclusión de este trabajo, pudo advertirse el desarrollo de una campaña mediática y oficial de promoción de la ESI, fundamentalmente orientada a desterrar “prejuicios” del público en general, y ocultando –obviamente- sus serios desvíos de naturaleza ideológica. Así, el sitio web del Ministerio de Educación bonaerense [19] comunicó la realización de la semana de la ESI en las escuelas de su jurisdicción. En forma paralela pudo verificarse una multitud de publicaciones en todo el ámbito nacional, de las cuales vamos a tomar por su carácter simbólico, la de Página 12 [20].
Bajo el romántico subtítulo “Historias de alumnas y alumnos que, después de transitar la experiencia de la ESI en la escuela, modificaron sus conductas y en, algunos casos, sus vidas”, el vocero de la izquierda cultural en la Argentina refiere el caso de un chico de 17 años que, gracias a estar interiorizado sobre violencia de género, le aconsejó a su mamá que se fuera de la casa. También en la misma cuerda sentimental, otro joven cuenta sobre la discriminación a un familiar que murió de SIDA por ignorancia de la forma en que esta enfermedad se transmite y, que desde su “iluminación” al respecto, en una clase de ESI obviamente, iba a dedicarse a difundir un mensaje antidiscriminatorio. Luego, desarrollan una suerte de defensas previsibles, lamentando las confusiones ocasionadas por las campañas del hétero patriarcado contra la ESI.

Antes de contestar nada, vayamos a la realidad de la planificación de la ESI en el aula. Si bien en la bibliografía que sustenta e implementa el programa ESI “argentino” se suele utilizar un discurso ambiguo, afortunadamente este fue abandonado en la Cartilla oficial de Educación Sexual para la Discapacidad titulada “Es Parte de la Vida” donde leemos como acción educativa para los más pequeños (2 a 9 años) “Comprender la masturbación y los juegos autoeróticos como una forma saludable de ejercer y explorar su sexualidad.” (pág. 33). Luego, como actividad para los mayorcitos (10 a 14 años), bajo la pregunta ¿de qué podemos hablar con ellos? Se responde entre otros ítems ambiguos: “De los sentimientos y emociones relacionadas con el deseo. De la orientación sexual. De los juegos presexuales y sexuales” (pág. 41).

Si esto vale para los niños con discapacidad, por cierto que forma parte de las actividades de los niños sin ella, ya que el pleno goce sexual es para el gender un súper derecho. En definitiva, la masturbación y esta modalidad de “juegos” implican la compulsión hacia un ejercicio más que temprano de la genitalidad y alientan al inicio precoz de las relaciones sexuales en forma sistemática, sin que pueda alegarse fundamento científico alguno, transgrediendo el concepto de integralidad que trae la ley y saltándose a la torera el derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación moral y religiosa de acurdo a sus propias concepciones.

Presidencia de la Nación

Por supuesto, de esto no dice nada la campaña de promoción de la ESI! Es tan evidente que la violencia doméstica como el conocimiento del modo de propagación del SIDA, no tienen nada que ver con estas verdaderas aberraciones decididamente abusivas respecto de los menores, que huelga todo comentario.

2) Sobre el proyecto de reforma de la ley Nacional de Educación.

El segundo ejemplo fue desarrollado en un artículo publicado por La Prensa[21] - a cuyo texto me remito- a raíz de la media sanción otorgada por el Senado a la ley de Educación Nacional introduciendo principios jurídicos con ideología de género, en el marco de una campaña mediática que fungió como cortina de humo del real alcance de la reforma.

A modo de síntesis, el texto de la norma con media sanción dispone “evitar discriminaciones” en razón de sexo y género, y “erradicar los estereotipos que histórica y socialmente legitiman la desigualdad y el uso de la violencia (…)”.Puede advertirse el uso de un lenguaje medianamente confuso, abierto a una amplia interpretación que, obviamente, realizarán los “expertos”. Pero cuando avanzamos a los fundamentos encontramos ya un lenguaje muy confuso, abierto a cualquier interpretación:“La naturalización de masculinidades y femineidades hegemónicas es en sí una forma de violencia que legitima otras.”Esto hizo replicar en las redes sociales que, en definitiva, implicaba la proscripción en el aula de las palabras papá y mamá, lo que a su vez fue tildado de falso, de allí el título del artículo referenciado:“Al final: ¿se va a poder decir mamá y papá en la escuela?”

Hagamos el ejercicio de un análisis crítico: como de costumbre se advierte la imprecisión terminológica, algo por completo ajeno a la verdadera ciencia, ¿a qué se refiere con la “naturalización” de las “masculinidades y femineidades hegemónicas”?, ¿en qué fundamento se basa para afirmar que en sí mismas son una forma de violencia?, ¿de dónde saca tal relación de causalidad? Es decir… ¿cómo fundamenta que engendre otras formas de violencia?, ¿cuáles son estas supuestas formas engendradas de violencia en concreto? Ya tenemos la falsedad de la premisa y de las principales inferencias.

Podemos nosotros inferir con mayor fundamento, que para descalificar aquello que desde la Prehistoria las generaciones de seres humanosconsideraron como bueno y verdadero,se empieza por el falso presupuesto de que “padre y madre” son denominaciones hegemónicas por estar impuestas por la cultura patriarcal”. . Ignorando que el ser humano tiene la capacidad de nombrar las cosas, gracias a la cual puede desarrollar un lenguaje conceptual y comunicarse con sus semejantes. Las palabras papá y mamá designan realidades permanentes. Las costumbres cambian en cuestiones accesorias pero las respectivas realidades y sus funciones esenciales permanecen durante generaciones, en este caso durante milenios, incluyendo períodos y situaciones que no podrían caracterizarse como “patriarcales”. El uso de padre y madre no esuna imposición de la cultura patriarcal sino el ejercicio de la libertad para comunicarse en la verdad con otras personas.

Es así que en la actualidad una ideología contemporánea, la de gender, impone que: “La naturalización de masculinidades y femineidades hegemónicas es en sí una forma de violencia que legitima otras” por lo cual deberíamos: “deconstruir estas formas de relacionarse, que se encuentran naturalizadas y provocan tantos daños en la individualidad de las personas, en sus relaciones interpersonales y en la sociedad en su conjunto.” Esta concatenación de falsas premisas e inferencias erróneas ¡pueden habilitar a que en el aula, efectivamente se prohíba decir mamá y papá y muchas otras barbaridades!

VIII. Más que “conclusiones”, una apelación al compromiso

Terminamos esta reflexión llamando al ruedo a dos grandes. El primero-gracias al aporte de un magnífico trabajo de la tercera edición de Valores-es Emilio Komar:
“No hace falta estar de acuerdo con la corriente. Si la corriente histórica fuese lo único, entonces ir contra la corriente hubiese sido un suicidio. Pero la corriente de las vigencias históricas no es lo único. La realidad de las cosas es muy distinta de la corriente de las vigencias. Lo tremendo habría sido ir contra la verdad de las cosas. Pero a menudo cuando uno va de acuerdo con la realidad de las cosas tiene que ir contra las vigencias, entonces eso no es trágico, simplemente es un trabajo más, una lucha más. […] Nosotros tenemos entonces posibilidad de desarrollar enormemente lo que verdaderamente somos. Una persona humana es una especie de átomo, y si se rompe el átomo se libera una cantidad de energía brutal, el hombre crece y vive y estamos en presencia de energías incalculables. El problema es que no se promueve la energía, no se promueve la vida.[22]”.

El segundo es Alexandr Solzhenitsyn: “La violencia no vive en soledad y no es capaz de vivir sola; necesita estar entremezclada con la mentira. Entre ambas existe el más íntimo y el más profundo de los vínculos naturales. La violencia halla su único resguardo en la mentira y el único soporte de la mentira es la violencia. Cualquier persona que ha hecho de la violencia su método, inexorablemente debe elegir a la mentira como su principio (…)“La salida más simple y más accesible a la liberación de la mentira descansa precisamente en esto: ninguna colaboración personal con la mentira. Aunque la mentira lo oculte todo y todo lo abarque, no será con mi ayuda. Porque cuando los hombres renuncian a mentir, la mentira sencillamente muere”[23].

Por tales razones surge como un imperativo moral el compromiso político de todos, que tiene que empezar por el sostenimiento de la verdad en todos nuestros ámbitos de actuación, lo que implica estar capacitados seriamente para esta lucha por las ideas. “La verdad” –podríamos decir- sí tiene una suerte de efecto salvífico, pero hay que sostenerla con la virtud de la prudencia y enfrentarse a la violencia de la mentira con la virtud de la fortaleza.

Apéndice

Una breve digresión sobre el carácter gnóstico de la interpretación judicial. Para completar la tríada de los “poderes” del Estado que se enunciaron en la Introducción, puede advertirse en lo referente a la interpretación de ciertos jueces, una característica típica de las gnosis religiosas más antiguas: “(…) la gnosis introduce una discreta subversión. Ofrece su asentimiento no al dato revelado tal como se presenta, sino al sentido que de él extrae. Sentido que no es, desde luego, el literal: la hermenéutica gnóstica descubre detrás de ese sentido otro oculto, que sería el único real y el único interesante (…)”[24].

Dos renglones abajo del lugar citado, Besançon nos muestra una directriz de acción: “(…) porque la ideología alardea de científica cuando no lo es. Esa contradicción es lo que se ha de poner de relieve, y el hecho de desvelarla a los ojos de todos basta para reencontrar el terreno de lo real y enderezar el sentido de las palabras.”

Mutatis mutandi, dicha tergiversación ocurre en la ciencia jurídica cuando deben aplicarse las leyes, las cuales como es bien sabido, se agrupan en un determinado orden jerárquico en cuya cumbre se encuentra la Constitución Nacional y los Tratados incorporados a su texto.

Tenemos en este aspecto una serie de sentencias de la Corte Suprema y de algunos tribunales inferiores, que están reinterpretando abusivamente la Constitución y los derechos humanos en clave de género, de modo tal que cuando –por ejemplo- un tratado con rango constitucional dice “los padres tienen derecho…” se reinterpreta de un modo tal, que resulta subordinado a ciertos principios inspirados en la ideología de género, los cuales no surgen ni de norma constitucional alguna, ni de tratado de derechos humanos de ninguna especie, sino de leyes (de esas que dicta el Congreso subrepticiamente), “dictámenes de expertos”, supuestas obligaciones del Estado, etc., los cuales –como es bien sabido- tienen una jerarquía normativa inferior.

En lo que respecta al derecho de los padres a elegir la educación moral y religiosa que han de recibir sus hijos en la escuela, en base a un expreso mandato de jerarquía constitucional, tal derecho -no es que sea limitado o moderado por medio de la interpretación judicial- sino que es directamente negado y conculcado en la praxis[25].

¡¡Y eso a pesar de que la Declaración de los Derechos Humanosprescribe que la familia es «la célula natural y fundamental de la sociedad» (art. 16, 3) y que el artículo 75 inciso 19 de la Constitución Nacional ordena que las leyes de educación deben asegurar la participación de la familia!!


[1] Sobre este fenómeno hice referencia recientemente en una publicación periodística: http://www.laprensa.com.ar/479320-Al-final-se-va-a-poder-decir-mama-y-papa-en-la-escuela-.note.aspx y pocas semanas antes ocurrió algo similar con la sanción de la “ley Micaela”.

[2] USD 200.000.000 de nuestra deuda externa se debe al generoso préstamo destinado a financiar políticas de género.

[3] Una breve reflexión que suscita la influencia de la ideología de género en las sentencias judiciales, va en un apéndice al final del texto.

[4] Besançon, Alain, op. cit., pág. 141.

[5] Besançon, Alain, op. cit., pág. 144.

[6] Y cuando se habla de ilimitada, exactamente eso es lo que se procura; ya que la identidad y la sexualidad puede estar relacionada con cosas, con animales o con grupos humanos en su conjunto.

[7] Cfr. LA ANTÍTESIS NATURALEZA-CULTURA EN LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO. LA IGUALDAD NO ES “IGUALITARIA” José María Barrio Maestre, FIDES ET RATIO 3 [Mayo 2018], 91-110, ISSN: 2444-961X.

[8] Cfr. http://tiempodeevangelizar.org/?p=4060 El 18 de marzo de 2019 se cumplieron 25 años de la Carta que el Papa Juan Pablo II le enviara a la Secretaria General de la Conferencia Internacional de la ONU sobre la Población y el Desarrollo que se realizó en El Cairo en septiembre de ese año. La Carta conserva gran actualidad y vigencia.

[9] Nuestra “ley Sáenz Peña” de 1912 que concedió el voto “universal, secreto y obligatorio”, ¡dejó fuera del universo a la mitad de la población! Recuérdese que el sufragio femenino data en la Argentina de 1947.

[10] MirceaEliade, Historia de las creencias y las ideas religiosas I, Paidos, 2010, pag. 69.

[11] La eliminación de las diferencias sexuales es asimilable a la idea de eliminar la pobreza eliminando los pobres.

[12] Aporte invalorable del CAM y de los programas de asistencia al SPA

[13] Ello sin perjuicio de que el supuesto “derecho al aborto es una expresión particularmente nefasta de la ideología de género.

[14] No hay que aceptar de ninguna manera esta dialéctica.

[15] Paradójicamente lo afirman quienes son –consciente o inconscientemente- promotores de la irracionalidad y negadores de derechos fundamentales de las personas.

[16] Claro está, por otra parte, que en este tipo de diferencias no debemos descalificarnos entre quienes estamos de acuerdo en lo esencial.

[17] Apelando a la confianza en la sindéresis, es decir, en la capacidad de todo ser humano de percibir espontáneamente los principios del orden moral.

[18] Este tipo de objetivos deberían producir acciones concretas y masivas movilizaciones de aquellos comprometidos en la defensa de las dos vidas, mostrando que no solamente nos ocupamos de los pobres cuando se debate el aborto.

[19] http://abc.gob.ar/semana-de-la-esi

[20] https://www.pagina12.com.ar/214238-para-que-sirve-la-esi

[21] http://www.laprensa.com.ar/479320-Al-final-se-va-a-poder-decir-mama-y-papa-en-la-escuela-.note.aspx

[22] Cit. por Alejandra Planker de Aguerre, La ideología de género como mesianismo de liberación https://valoresacademiadelplata.blogspot.com/2019/03/la-ideologia-de-genero-como-mesianismo.html (de “Curso de Metafísica, vol. V: Sustancia y Accidente, Bs.As., Sabiduría Cristiana, 2010, p. 119/121)

[23] Cfr. Pablo López Herrera disquisiciones sobre un discurso clave de Alexandr Solzhenitsyn (Academia del Plata).

[24] Besançon, Alain, La Confusión de Lenguas, La crisis ideológica de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1981, págs. 135/136.

[25] Cosa similar ocurre con el derecho a la vida de la persona por nacer. Nuestro orden jurídico reconoce la existencia de la persona humana desde el momento de la concepción (art. 19 del Código Civil y Comercial) y el derecho a la vida para los niños desde la concepción hasta los 18 años (tratado de los Derechos del Niño); sin embargo - desde el fallo FAL y “protocolos” mediante - en la práctica cualquier abusador puede llevar a una menor a producir un aborto, aduciendo motivos tan amplios que podríamos decir que estamos –contra la ley y los tratados- en un régimen de libre demanda.

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