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El 20 de abril 1879 por iniciativa de algunos ex alumnos del Colegio del Salvador de Buenos Aires, perteneciente a la Compañía de Jesús, se funda la Academia Literaria del Plata.


Pronto, sin embargo, la realidad del país llevará a la Academia a priorizar los temas intelectuales, sociales y doctrinarios, relegando a un segundo plano los temas literarios. Así fue como se procedió a incorporar a distinguidos estudiosos, como Apolinario Casabal, José Manuel Estrada, Félix Frías, Pedro Goyena, Carlos Guido Spano, Emilio Lamarca, Santiago O’Farrell, Calixto Oyuela, Manuel B. Pizarro, Juan Zorrilla de San Martín. El primer presidente fue Santiago Klappenbach, y en la sesión del 1º de junio de 1879 fueron incorporados: Tristán Achával Rodríguez, Santiago Estrada y Pedro L. Funes. A mediados de 1904, son nombrados Héctor y Guillermo Lafaille y en agosto del mismo año ingresan Rómulo Etcheverry Boneo y Monseñor Gustavo J. Franceschi. En 1906 se incorporan el Dr. Alejandro Bunge, Rómulo Carbia, Mario Olaciregui y Juan E. Solá.

Los temas que más ocupan a los académicos son los relacionados con la antropología y los sociológicos, vinculados con la cada día más acuciante cuestión social.

En cuanto a la labor abierta al gran público, se destacan los actos académicos organizados en honor a Santa Rosa de Lima, designada patrona de la Academia. Eran actos de carácter artístico y literario con uno o dos discursos centrales sobre temas religiosos, desarrollados por oradores de prestigio. Los actos adquirían carácter solemne, con la participación de autoridades eclesiásticas y civiles, y con gran afluencia de público, de modo que el salón de actos del Colegio del Salvador, solía “desbordar” de gente en esas ocasiones.

Un certamen que alcanza resonancia también fuera del país, será el Certamen Hispanoamericano convocado para 1891, destinado con exclusividad al género poético, con un tribunal presidido por Rafael Obligado. En 1903 – año en que la Academia celebrara sus Bodas de Plata - se realiza el nuevo Concurso Hispanoamericano, donde obtuvieron premios Héctor Lafaille y el joven seminarista Gustavo Franceschi. Gran relevancia tuvo el certamen Hispanoamericano que la Academia, presidida en ese entonces por el Dr. Emilio Lamarca, organizara en 1910, año del Centenario.

El padre Vicente Gambón S. J., funda y dirige en 1911 la revista mensual Estudios, donde se publican los trabajos leídos en las distintas sesiones. En el editorial del primer número aparecido en julio de ese año, la redacción dirá al lector que después de treinta y tres años de existencia, la Academia “ha resuelto abandonar el silencio en que ha ido desenvolviendo sus energías”. Estudios fue (hasta la aparición de Criterio en 1928) la revista de cultura de mayor calidad que poseía el pensamiento católico. Su estructura respondió al tipo de las revistas editadas en Europa por la Compañía de Jesús – “Civiltá Cattolica” de Roma, “Razón y Fe” de Madrid, “Etudes” de París.

La Academia cumplía la función de mantener vivo el espíritu de formación doctrinaria en las filas católicas, convocando al estudio para ilustrar en las verdades de la fe y conciliar la religión con la problemática de su tiempo, debido al clima de cuestionamiento que la religión sufría en el campo de la cultura por obra del socialismo, el positivismo y el racionalismo.

La Academia actúa como una tribuna y una cátedra permanente. Desde su fundación hasta 1925 desempeña la tarea de ser el centro cultural religioso de más prestigio en Buenos Aires. Su gravitación comienza a declinar cuando el catolicismo local ofrece una creciente variedad de opciones institucionales. Entre esas iniciativas se cuentan los Cursos de Cultura Católica y la Acción Católica Argentina. A partir de 1958 inicia su actividad la Universidad Católica.

Actuales Objetivos

Con motivo del centenario de la Academia del Plata decía Carlos M. Gelly y Obes: “No son naturalmente las academias organizaciones de lucha en el campo político y social, pero son laboratorios fecundos que, en el plano de las ideas, dan orientación y apoyo a la acción de los que actúan en la línea de combate”. Con ese propósito la Academia ha ido ampliando el espectro de especialización de sus miembros, de modo tal, de cubrir las realidades sociales, políticas, económicas, científicas y tecnológicas e incluyendo los problemas derivados del desarrollo y respeto de las personas y del derecho a la vida.

Se trata de incorporar a la Academia del Plata a aquellos intelectuales católicos que a juicio de sus pares, se han destacado en su vida profesional y en su participación en instituciones católicas, o han contribuido a través de su palabra o escritos a la defensa y difusión del pensamiento católico. Se procura así que reciban un merecido reconocimiento y tengan la posibilidad de seguir brindando su aporte desde la madurez intelectual. En función de las sillas vacantes se fija el número de académicos a ingresar por año, los cuales deben ser propuestos por dos de los titulares y aceptados por el Consejo Superior.
Posteriormente, para formalizar su incorporación, deben presentar una tesis original en reunión abierta.

Los académicos se reúnen mensualmente con tema y expositor prefijado seguido de un amplio intercambio de ideas. La pluralidad profesional de sus miembros contribuye en buena medida a la fecundidad del debate y a sus conclusiones.

Reseña histórica de la personalidad de José Manuel Estrada, hombre público de singular trascendencia en el siglo diecinueve.

Por el Lic. Fernando Estrada.