Miguel Ángel Etcheverrigaray
Juglar no puede ser de ti, María,
sin ser juglar de amor enamorado:
y así te escojo como norte y guía
en este canto del Amor llorado,
porque sin ti mi canto no podría
llorar de amor el canto del Amado.
Quiso el Amor tenerte a ti, Señora
- Señora y Madre del Amor Hermoso –
por Madre y por Señora, llanto y gozo,
que tras la noche llévame a la aurora;
y en ti, Señora del Amor Dichoso,
hallo regazo maternal que llora.
Tu amor de Madre y de Señora elijo,
pues te eligió el Amor en su locura;
alto dolor que desde el leño dijo:
- Te doy la Madre de mi tarde oscura.
Y me entregó su lágrima más pura
Para llorarte en el dolor del Hijo.
Señora, ahora, el hijo de tu llanto,
llora su amor y en el Amor confía;
clavado en Cruz, su noche desafía
bajo el amparo negro de tu manto.
Y el llanto del Amado se hace canto
En tu juglar pobrísimo, María.
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